domingo, 13 de enero de 2013

El Sueño de las Rosas

EL SUEÑO DE LAS ROSAS


En el Sueño del Rosal: La Virgen María a San Juan Bosco le revela secretos para obtener triunfos

«Un día del año 1847 –contó Don Bosco– se me apareció la Reina del Cielo y me condujo a un jardín encantador; era un inmenso rosal. Para no dañar las rosas me quité los zapatos, y empecé a andar. Pero las rosas tenían terribles espinas que me destrozaban los pies. Viendo que no podía continuar así, Nuestra Señora me aconsejó que me volviera a poner el calzado. Así lo hice. Muchas personas me seguían, pero apenas empezaban a sentir las fuertes punzadas de las rosas, se devolvían. Había rosas a la derecha, a la izquierda, en el suelo, y sobre la cabeza de los que caminábamos. Pero todas con espinas muy agudas y algunas nos daban punzadas tan terribles que producían espasmos.
La gente desde la orilla del rosal decía: «Mire que sabroso viaja Don Bosco: caminando sobre rosas y todo es fácil para él», pero no sabían qué tan dolorosos pinchazos estaba yo sintiendo en los pies, en la cabeza, en los brazos y en la espalda.
Muchos religiosos que me habían seguido, al sentir tantos dolores exclamaban: «Nos engañaron, esto es muy duro». Y yo les contestaba: «el que sólo desea gozar, sin sufrir, que se devuelva. Pero los que desean triunfos a costa del propio sufrimiento, que me sigan». Muchos abandonaron la vía y se devolvieron.
Algunos me seguían todavía. De vez en cuando alguien se desanimaba y se devolvía, pero unos cuantos valientes seguían por el camino de rosas aguantando las dolorosas heridas.
Al fin nos encontramos en un precioso jardín. Todos íbamos heridos, sudorosos y sangrantes. Pero luego sopló un suave viento y quedamos curados.
Vi que los que me acompañaban pertenecían a muchas naciones y muchas razas.
Luego llegamos a un edificio de una hermosura inenarrable. Allí nos esperaba la Virgen María, la cual nos dio esta explicación:
El rosal es el camino que debe seguir quien se dedica a la juventud. Las espinas son los muchos sufrimientos que hay que soportar para poder educar bien. Las rosas significan que para ser buen educador hay que tener mucha caridad. El ponerse el calzado para atravesar el rosal significa que hay que usar el «calzado de la mortificación». Mortificar las simpatías y las antipatías. Porque quien se deja llevar por las simpatías o antipatías paraliza su apostolado y no logra conseguir los debidos frutos para la vida eterna».
«Hay que recordar a todos que después de un poco de tiempo de sufrimientos educando a la juventud, se llegará a la Casa del Padre en el Cielo, donde cada uno recibirá su premio, según hayan sido sus obras».
«Con mucha caridad y mucha mortificación se llegará al cielo, en donde ya no habrá sino rosas, sin espinas».
Apenas la Santísima Virgen  terminó de hablar, desperté». MB 3.32.

“Por un poco de sufrimientos en esta tierra conseguiremos una cantidad de premios en el cielo” (San Juan Bosco)




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