EL SUEÑO DE LAS ROSAS
En el Sueño del Rosal:
La Virgen María
a San Juan Bosco le revela secretos para obtener triunfos
«Un día del año 1847 –contó Don Bosco– se me
apareció la Reina
del Cielo y me condujo a un jardín encantador; era un inmenso rosal. Para no
dañar las rosas me quité los zapatos, y empecé a andar. Pero las rosas tenían
terribles espinas que me destrozaban los pies. Viendo que no podía continuar
así, Nuestra Señora me aconsejó que me volviera a poner el calzado. Así lo
hice. Muchas personas me seguían, pero apenas empezaban a sentir las fuertes
punzadas de las rosas, se devolvían. Había rosas a la derecha, a la izquierda,
en el suelo, y sobre la cabeza de los que caminábamos. Pero todas con espinas
muy agudas y algunas nos daban punzadas tan terribles que producían espasmos.
La gente desde la orilla del rosal decía:
«Mire que sabroso viaja Don Bosco: caminando sobre rosas y todo es fácil para
él», pero no sabían qué tan dolorosos pinchazos estaba yo sintiendo en los
pies, en la cabeza, en los brazos y en la espalda.
Muchos religiosos que me habían seguido, al
sentir tantos dolores exclamaban: «Nos engañaron, esto es muy duro». Y yo les
contestaba: «el que sólo desea gozar, sin sufrir, que se devuelva. Pero los que
desean triunfos a costa del propio sufrimiento, que me sigan». Muchos
abandonaron la vía y se devolvieron.
Algunos me seguían todavía. De vez en cuando
alguien se desanimaba y se devolvía, pero unos cuantos valientes seguían por el
camino de rosas aguantando las dolorosas heridas.
Al fin nos encontramos en un precioso jardín.
Todos íbamos heridos, sudorosos y sangrantes. Pero luego sopló un suave viento
y quedamos curados.
Vi que los que me acompañaban pertenecían a
muchas naciones y muchas razas.
Luego llegamos a un edificio de una hermosura
inenarrable. Allí nos esperaba la Virgen María , la cual nos dio esta explicación:
El rosal es el camino que debe seguir quien
se dedica a la juventud. Las espinas son los muchos sufrimientos que hay que
soportar para poder educar bien. Las rosas significan que para ser buen
educador hay que tener mucha caridad. El ponerse el calzado para atravesar el
rosal significa que hay que usar el «calzado de la mortificación». Mortificar
las simpatías y las antipatías. Porque quien se deja llevar por las simpatías o
antipatías paraliza su apostolado y no logra conseguir los debidos frutos para
la vida eterna».
«Hay que recordar a todos que después de un
poco de tiempo de sufrimientos educando a la juventud, se llegará a la Casa del Padre en el Cielo,
donde cada uno recibirá su premio, según hayan sido sus obras».
«Con mucha caridad y mucha mortificación se
llegará al cielo, en donde ya no habrá sino rosas, sin espinas».
Apenas la Santísima Virgen terminó de hablar, desperté». MB 3.32.
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